La
Telesecundaria Paulo Freire se ubica en Nuevo Llano Grande, a un costado de los
Lagos de Colón. Quizá por ello el clima es caluro. La escuela es grande,
enmallada. Con árboles frutales plantados a su alrededor. Se encuentra inscrita
al programa de tiempo completo que consiste en trabajar hasta las cinco de la
tarde con los niños. Tiene una pequeña biblioteca y frente a ella, una cancha
de usos múltiples. Más adelante, en filas, los tres salones donde los docentes
atienden a los jóvenes. Cuando
llegué, los docentes, dos de ellos, trabajaban en sus grupos. El director,
dijeron, salió de la comunidad para cobrar el apoyo económico que sirve para
comprar alimentos para los alumnos. Después de charlar con Joel Enrique,
docente de tercer grado, y Juan Antonio, encargado del segundo grado, les
propuse trabajáramos lectura en voz alta. Yo haría actividades con los alumnos,
y ellos, al final, una lectura compartida para los jóvenes. Aceptaron.
En tercer
grado encontré a jóvenes participativos y alegres. Antes de presentarme
improvisé una historia sobre mi abuelo, campesino, y contador de historias.
Describí las montañas tupidas de arboles donde a rugía el jaguar y cantaban las
chachalacas. También hablé del cafetal y del concierto de las chicharras. A
cada cosa que contaba le ponía énfasis para atrapar la atención de los
muchachos y motivarlos a realizar las actividades. El plan funcionó. Los niños
escuchaban atentos. Después de observar que estaban quietos, en espera, me
presenté y expliqué el motivo de mi visita.
Realicé más o
menos las mismas actividades de las escuelas anteriores. Puse música, después
hicimos ejercicios de respiración, luego, en la misma actividad, vocalizamos.
Luego les pedí leyéramos una frase de una historia imaginaria. Mi sorpresa es
que todos lo hicieron. Más adelante les leí La
madre de Lucifer, lo cual encantó, si no de la misma manera que en Plan de
Ayala, al menos se interesaron.
Después
presenté mi caja voladora y los jóvenes escogieron un libro. Lo hojearon. Luego
cada uno lo presentó al resto del grupo. Les propuse buscaran una frase de sus
agrado. Al finalizar esta actividad, hicimos nuestros paraguas literarios.
Organizamos dos equipos. Uno de hombres y otro de mujeres. Ganaría el que
adornara primero el paraguas. Ganaron los hombres. Al finalizar salimos del
salón y cada joven susurró una frase al resto de la escuela. Esto se hizo hasta
terminar con las papeletas del paraguas. Después volvimos al salón y los
docentes presentaron el cuento El
narrador. Después me despedí. Tomé mis cosas y salí de la comunidad. Era
hora de visitar otra escuela.
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