jueves, 29 de septiembre de 2011

Feria de libro en Vicente Guerrero.

Exposición de  la biblioteca escolar.

Alumnas encargadas de una sala de lectura.

Alumnos encargados de una sala de lectura.

Supervisora susurrando a un padre de familia.

Yolanda, docente de la Telesecundaria.

Rita, docente de la Telesecundaria.

Yo.

Padres de familia revisando libros.

Lectura en silencio.

Sr Eduardo, presidente de padres de familia.

Madres de familia.

Madres de familia, equipo uno.

Madres de familia, equipo dos. Historietas.

Padres de familias. Equipo uno. Historietas.

Haciendo historietas.

Historietas dos.

Papás dibujando su historia.

Mamás dibujando.

Papás contando historias.

Papás narrando una historia.

Supervisora leyendo una historieta.

Mamás. Historietas.

Ellas  narran una historia.

Ellos narran otra historia.

Padres de familia narran episodios de sus vidas.

Historietas dos.

Narración de historias.

Presentación de libros por padres de familias.

Compartiendo una lectura.

Lectura en voz alta.

Comisariado de Vicente Guerrero.

Doctor de Vicente Guerrero.

Vicente Guerrero.

Vicente Guerrero es un pueblo de gente amable y bella. El cielo, en abril, es azul y limpio, mientras que las laderas lucen descampadas. Y allí, entre los pocos árboles que hay, las chachalacas y las chicharras cantan al amanecer. A esa hora el monte es un concierto de música clásica. Sin embargo, conforme transcurren las horas, el monte se vuelve callado, triste.
Las personas despiertan de madrugada. Beben café y comen frijoles con tortillas. Después arreglan los burros, afilan el machete, acomodan el pozol en los morrales y parten a la milpa con la luna tras las serranías. Más tarde volverán alegres, silbando por las veredas. Y sólo después de bañarse irán a la cancha para jugar basquetbol o futbol.
 Sé esto porque trabajé allí. Jugué, comí, y caminé con ellos. En ese tiempo me contagiaron de su alegría y de la magia que los habita. Son personas que dan sin pedir nada a cambio. Hombres y mujeres que agradecen a la vida por el frijol, el maíz y lo hijos. Seres sin malicias y con un corazón rebosante de bondad. 
 Conocí Guerrero porque durante un ciclo escolar fui el profesor de la Telesecundaria. Y en un intento de acercar a los adultos a la lectura, entre otras actividades, organizamos, mis compañeras y yo, una feria de libro con juegos y actividades que fueron desde la lectura en voz alta, pasando por los susurros de versos, hasta el dibujo de una historieta.
 Hacer esta actividad resultó ser una experiencia inolvidable, pues no es común que los padres de familia lean. Pero allí, en Guerrero, los padres leyeron, hablaron, y compartieron historias orales con los niños. Creo que si esta actividad se hiciera a menudo se lograría tener buen promedio de padres y alumnos lectores, pero eso es responsabilidad de cada docente.  

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