En San Cristóbal pregunté a un taxista por la ubicación
del Arcotete y quien, entre molesto y cansado, dijo: híjole mano, está bien
enredado para llegar, pero vete derecho hasta la última gasolinera que está
sobre la carretera a Comitán y doblas a la izquierda y le sigues derecho. Le
agradecí con una sonrisa y seguimos las indicaciones. Pronto llegamos al
crucero donde se ubica la gasolinera que según el taxista era la última sobre
la carretera que lleva a ciudad de Belisario Domínguez.
Allí continuamos por una carretera salpicada de topes lo
cual hace que el recorrido sea lento. A ambos lados de la carretera había
árboles de pinos que se mecían en el viento cálido de la una de la tarde.
Conforme íbamos subiendo el viento se hacía más frío, pero sin que ello
representara la necesidad de abrigarnos. Más adelante hallamos tractores que
desgajaban cerros y árboles en busca de piedras que triturarían para volverla
grava y obtener excelente ganancias económicas.
Como no sabíamos hacia dónde seguir preguntamos con un
joven delgado y vivaracho. Nos dijo, sigan de frente, hasta que hallen el
letrero y ahí se desvían a la derecha. Obedecimos la indicación, mientras
Eduardo nos declaraba la guerra porque según él éramos malos padres por no
continuar hasta Comitán que ya extrañaba. Cuando llegamos a una especie de meseta
empezamos a descender encontrando a nuestro paso más topes y casas hechas de
tablas con techos de láminas de cinc.
Luego llegamos a un pueblito donde preguntamos de nuevo y
dijeron que estábamos cerquita de la entrada al parque recreativo. Pasando el
pueblito hallamos la entrada que es una carretera sin pavimentar. Allí
continuamos nuestro recorrido admirando el verdor de los árboles que se erguían
sobre las laderas de las montañas, además de disfrutar el suave canto de los
pájaros. Fue en ese momento que Eduardo se quejó de frío por lo que fue
necesario abrigarlo.
Pasamos unas casitas a orillas de la carretera y nos
encontramos con el letrero de “bienvenidos al parque recreativo Arcotete. Esta
es un área protegida y está prohibido la caza de animales”. Descendimos una
cuesta y nos hallamos en una extensión amplia y despoblada de árboles que
servía de estacionamiento. Allí pregunté con el cobrador de cuotas por la
distancia que hay entre San Cristóbal y el parque, a lo que respondió que
habían unos tres kilómetros más o menos. También por boca del mismo personaje
chaparro, moreno y un poco gordo, supimos que este parque recreativo se encuentra
sobre la carretera que lleva a Tenejapa, al oriente de ciudad real.
En una tabla pintada de blanco y colgada de un árbol leímos
la historia del parque. Según lo escrito, este bosque adquirió el nombre de
Arcotete en memoria a Jean Francoise D’ Arcetete quien se enamoró de María de
Jesús, hija de una de las familias más acaudaladas de ciudad real cuando ésta
se fundó como tal. Ambos se frecuentaron a escondida de los padres de la
enamorada y, según reza la historia, era en este cerro donde desfogaban sus
pasiones.
Todo
marchó bien por un tiempo de no ser por el impertinente niño rico de apellido
Tovilla quién pidió en matrimonio a la adorable María y quien, como es de
suponer, no estaba dispuesta cambiar a su francesito por un ricachón cualquiera.
Sin embargo, los padres de María y Tovilla, cumpliendo la tradición de esos
tiempos, celebraron los acuerdos y pusieron fecha a la boda. Aquella noticia
dejó a los enamorados en un sosiego peor al que experimentó nuestro adorable
quijote de la mancha por su Dulcinea del Toboso. Azuzados por el miedo a
perderse planearon huir, pero como en toda historia de amor frustrado, Tovilla los
descubre.
Lo anterior
trae como consecuencia que el pretendiente ofendido rete a duelo de muerte al
pobre diablo de Jean que lo único que tenía era una habilidad endemoniada para
el manejo la espada, causa por la cual asesina a Tovilla de una estocada en
pleno corazón. La muerte del niño rico propicia que a María la recluyan en un
convento de monjas y al francés lo
encarcelen.
Pasado los
años, el francés sale de prisión y lo primero que hace es buscar a su adorable María
quien, según le informaron en el convento, se quitó la vida. Ante aquella
noticia, nuestro caballero sube al cerro donde antes besara el frágil cuerpo de
María, y sin decir agua va, se atraviesa el corazón con la espada. Desde
entonces, dice la historia, se oye por las noches de luna llena a un caballo
relinchar y una voz que grita el nombre de María.
Así fue que gracias a esa historia y en nombre del francesito
enamorado, a este lugar se le conoce como Arcotete que viene siendo una
deformación del apellido D’ Arcetete.
Después de
leer caminamos a la sombra de los pinos y disfrutamos el suave murmullo del
viento. Descendimos una cuesta donde hallamos enjaulados a tres tejones que
jugueteaban a lamerse la espalda. Luego de obsequiarles un par de plátanos
subimos unas gradas que nos condujeron a la parte alta del peñasco donde
pudimos apreciar el verdor del bosque. A un costado estaba una plancha de
cemento donde se enterraba un tubo que sostenía un cable acerado y que sirve
para practicar tirolesa.
Montaña abajo podían distinguirse caminitos que
resaltaban entre los árboles y un río haragán que serpenteaba con calma. A
orillas de éste habían personas que fotografiaban a las chicas que practicaban
rapel. Continuamos nuestro recorrido hacia las grutas donde observamos una gran
cantidad de roca volcánica. Luego de bajar una cuesta llegamos a las grutas.
Allí nos sentamos sobre unas banquitas de tablas a
observar la tranquilidad del agua que fluía río abajo. Observé que las rocas que
forman este macizo son en mayor parte de piedra caliza que en la parte alta,
una especie de bóveda, forman estalactitas en forma de lanza apuntando hacia
abajo. Las mismas rocas forman recovecos oscuros donde seguro habitan
murciélagos y pájaros nocturnos.
Sobre el túnel se observan pinos altos y delgados, además
de robles enanos y robustos que extienden sus cortas ramas retorcidas como
garras en un intento de asirse al viento que sube de la caverna. Más allá, río
arriba, hay un puente colgante donde la gente pasa con temor pues este, a
medida que se avanza, se mece lo que hace que aquellos que no están
acostumbrados a las emociones fuertes sientan vértigos y la amenaza de salir
disparados por los aires.
Luego de admirar la majestuosidad de las rocas que forman
las grutas continuamos el recorrido bajo la sombra de los árboles donde hicimos
algunas tomas fotográficas. Fue al contacto con las piedras que Rita se
arrepintió de no traer tenis, lo cual hubiera dado más seguridad a sus pies,
dijo un melancólica. Fue también cuando Eduardo dijo estaba cansado y tuve que
cargarlo el resto del camino. Para llegar al otro lado de las grutas tomamos un
atajo. Allí se nota un arco y que, según dicen, fue donde se atravesó el corazón
nuestro valiente enamorado. Sobre las rocas vimos que florecían una especie de
orquídeas blancas lo cual impresionó a Rita.
Más allá, río abajo, se elevaban otros macizos de rocas y
donde revoloteaban zopilotes. Allí pedimos de favor nos hicieran una toma fotográfica,
y luego decidimos volver al estacionamiento donde comimos elotes, chicharrones cubiertos
con zanahoria, granos de elotes y queso. Además bebimos café humeante que
acompañamos con un par de pan coletos. Después nos despedimos del Arcotete y
volvimos a San Cristóbal de las casas para hospedarnos en algún hotel.
me encanto como redacto, planeo ir con mis amigos soy de Gdl y ando cotizando e investigando. =)
ResponderEliminarHola. Muchas gracias por el comentario.
EliminarHola lo que falto es cuando fundo,para que se fundo y quien lo fundo
ResponderEliminarCuando se fundo*
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