Conocí a Ramón López Gómez gracias al escritor Hugo Montaño en la Feria Internacional del Libro en
Guadalajara. Entre sus obras destacan La
puerta de enfrente, Palenque, la
punta del campo, así como el libro colectivo El despojo soy yo editado por Anagrama, y Amigo imaginario relato del cual deseo platicar.
Amigo imaginario es la historia
de un pequeño que en su afán de ser hermano menor, quizá, se inventa a un amigo
imaginario, un poco mayor, y le narra las peripecias de sus días. Es a él a
quien le cuenta sus enojos, alegrías, tristezas, corajes y deseos. Nada escapa
a los oídos del amigo que cobra vida en la imaginación del pequeño, pues allí,
en las historias habitadas por seres imaginarios, existe la posibilidad de
volvernos dioses y demonios. Este bello relato infantil plantea la urgencia de
que el lector recuerde su infancia y se re-encuentre con sus travesuras, sus
risas, sus enojos, sus juegos favoritos, sus historias creadas al amparo de la
soledad, sus berrinches; en otras palabras, que se concilie con el mundo mágico
de la niñez.
Narrada en primera persona,
el personaje que bien podría llamarse Pedro, Óscar, Ornán, José, o el nombre
que deseen asignarle, y que es hermano mayor de Miguelito, va recordando
pasajes hasta cierto punto ingenuos y tiernos como lo es el hecho de querer
defenderse de un fantasma con pistolas de aguas y resorteras. ¿Es que acaso
ninguno de nosotros quiso pelear contra algún monstruo imaginario con lo que,
en aquellos tiempo, uno consideraba el arma más poderoso del mundo?
López Gómez tiene la
habilidad para hacernos revivir a través de Amigo
imaginario la pesada responsabilidad de proteger al hermano menor, los
pleitos entre hermanos, las preferencias de los padres hacia los hijos más
chicos, además de la malicia que emplean éstos contra los hermanos mayores al
amparo de los padres. Además de estas situaciones, López Gómez nos recuerda el pavor
que más de uno tuvo (o quizá aún tiene) a las inyecciones, o al médico. O los famosos
berrinches que nuestros hermanos hacían para conseguir el juguete o dulce
preferido, o recordarnos frente al televisor con ojos de plato mientras se
trasmitía la lucha libre.
La narración de Ramón López
Velarde es sin duda una invitación a salvar lo más bello que un hombre puede
poseer y que es la imaginación. Fuera de ello todo es propio de gente común. Si
usted aún conserva al amigo imaginario, y la gente lo ha visto hablando solo
mientras camina por las calles, este libro le sentará muy bien.
Gracias, Ornán, que bueno que lo disfrutaste. Abrazos.
ResponderEliminarRamón Lara
Un buen texto que me hizo recordar pasajes de infancia. Abrazos fuertes.
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