domingo, 25 de septiembre de 2011

Paraguas Literario. Una actividad de La caja voladora.


Narración oral.


Narración oral.

Inventado una historia.

Hablo sobre cómo eran mis abuelos.

Les cuento que mi abuelo era quien me leía.

Lectura de la Madre de lucifer.

Presentación del cuento La madre de lucifer.

Lectura de La madre de lucifer.

Lectura de un cuento.

Presentación de los libros.

Alumna revisando un libro.

Cinco minutos de lectura.

Alumnos revisan los libros.

Haciendo el paraguas literario.

Alumnos cuelgan sus frases al paraguas.

Aalumnas cuelgas sus frases.

Alumnas susurrando.

Susurros.

Alumnos susurran a niños de primaria.

Alumnas susurran a niños de primaria.

Alumnos susurran a niños de primaria.

Etv Emilio Estabanell

Docentes. Álvaro Pérez y Susana, su esposa.

Experiencia 2.
Plan de Ayala.
Ornán Gómez.




El camino, atestado de hoyos y baches, hizo que el coche avanzara entre tumbos. Parte de la carretera estaba cubierta por agua y lodo. Sin embargo, llegar a Plan de Ayala era un objetivo inaplazable.  
El verdor de las milpas contrastaba con la claridad del cielo. Y en las ramas de los arboles cantaban los pájaros. El panorama era perfecto para meditar o pensar la vida. Sin embargo, pese a ello, empecé a desesperar. Llevaba hora y media manejando, y por más que intenté superar los veinte kilómetros por hora, las piedras y los baches lo impidieron. En fin. Hay que sobreponer la paciencia, me dije para no desistir de mi objetivo: compartir lecturas.
Plan de Ayala era la segunda comunidad que visitaba con mi Caja voladora. En ella llevaba libros, discos, una grabadora, cámaras fotográficas, cuadernos, colores, marcadores, hojas blancas y de colores, paraguas, plumones, una sabana y cuerda. Allí, en esa localidad, se ubica la Telesecundaria Emilio Rabasa Estebanell y era su turno con los libros. Después de mi visita a Francisco Villa, los nervios aminoraron. Ahora estaba ansioso por conocer a los jóvenes de esa escuela.
Al salir de una curva, la vi. Plan de Ayala es una comunidad pequeña. Las casas, dispersas, son la mayoría de tablas y láminas de cinc. Se ubica sobre una ladera desde donde se observa serranías impresionantes. Allí, las nubes se ven más bajas de lo normal.
Para llegar a la escuela seguí una calle atestada de piedras. La Telesecundaria es una casita rectangular dividida en dos cuartos que la hacen de salón y donde se atiende a tres grados. En ella trabajan dos profesores: Álvaro y Susana, esposos. Él es alto, moreno y alegre. Ella, chaparrita, seria y buena persona.
            Cuando llegué, los dos trabajaban en sus grupos. Después del saludo, nos reunimos bajo la sombra de un frondoso árbol, y allí expliqué los criterios que determinan la estrategia once mas cinco, plan elaborado por el Programa Nacional de Lectura con miras a formar lectores y escritores en las escuelas del país. También abordamos la importancia de constituir el comité de lecturas con la participación de alumnos, padres de familia y docentes. Todo lo anterior para involucrar a los papás a la lectura de libros.
Después de explicar estos asuntos, comenté la forma de trabajo con los jóvenes. El tema central era la lectura en voz alta. Empezaría, les dije, con una actividad de respiración, apoyándome con música zen. Después leería un cuento. Luego la presentación de mi caja voladora. Después ellos me apoyarían con una lectura compartida. Aceptaron de buena gana. Por último haremos un paraguas literario, les dije. Esto último consiste en que cada alumno escoja un libro, lo revise en busca de una frase que le agrade. Después, en unas tarjetitas que yo reparto, ellos escriben su frase, y la cuelgan, amarrados por estambre y un clip, en el paraguas. De esa forma la sombrilla queda adornada con muchas tarjetitas de colores y con diferentes frases. Después nosotros, los docentes, con papel estraza, elaboramos unos tubos alargados y que sirve para que los jóvenes susurren, a través de ellos, la lectura de su frase.   
Explicado la forma de trabajo, empezamos con los tres grados. Al principio los jóvenes me miraron con desconfianza; sin embargo, después de hacer algunas bromas y contarles una historia, se animaron, e iniciamos. Con la música se relajaron. Después leí La madre de Lucifer. En esta actividad todos nos sentamos sobre el piso. Yo leía y Álvaro, el docente, hacía fotografías. Después presenté mi caja voladora y cada uno tomó un libro. Luego les pedí explicaran el motivo por el cual tomaron dicho texto. Terminada la actividad, los docentes participaron con un cuento. Esta actividad provocó risas. Por último, antes de terminar, realizamos el paraguas literario. Cada alumno buscó una frase de su agrado y lo escribió en una tarjetita que luego colgó de la sombrilla. Mientras ellos hacían esto, los docentes realizamos, con papel estraza, los tubos que nos servirían para susurrar las lecturas. El resultado fue alentador. Todos susurraron.
Antes de partir, los niños me regalaron unos escritos donde me invitaban a volver. Y traer más actividades. Con gusto volveré, les dije, después de visitar las 15 escuelas de la zona escolar, y esa vez, si todo sale bien, con un grupo de teatro, más libros y más lecturas. Y por supuesto, si la vida me da la oportunidad de hacerlo. Y me despedí.   




Martes 20 de septiembre de 2011.

5 comentarios:

  1. Muchas gracias por comentar, querida Marín. Abrazos fuertes.

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  2. Muchas felicidades, qué hermosa labor la que realizan, digna de difundirse.

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    1. Muchas gracias por el comentario amigo Letras en el aire. Te mando abrazos fuertes.

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  3. Muchas felicidades, qué hermosa labor la que realizan, digna de difundirse.

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