miércoles, 14 de octubre de 2015

Cuando nos hayamos comido el planeta de Alain Serres

Cuando nos hayamos comido el planeta de Alain Serres (Biarritz, Francia, 21 de octubre de 1956) e ilustrado por Silvia Bonani, traducción de Ma. Cristinia Urriuta y editado por el Programa Nacional de Salas de Lectura, es un bellísimo texto de fácil comprensión. Seguro que los lectores gozarán cada frase y las múltiples imágenes con las que se acompaña la historia que, además, tienen como objetivo desarrollar el aprecio por las mismas, pues son parte de la lectura. Después de leer, el mensaje podría apuntar hacia la reflexión sobre nuestra forma de relacionarnos con el medio ambiente y sus habitantes.

Reflexionar sobre la convivencia con el entorno es una necesidad inspirada, paradójicamente, en la destrucción del planeta. ¿Cómo será la vida cuando el hombre terminé con las aguas de los ríos, los océanos y mares? ¿Cómo será la vida cuando no exista un solo árbol y por consecuencia aire limpio? ¿Cómo será la vida cuando el hombre, empujado por la ambición económica, extermine el último animal para arrancar su piel y elaborar zapatos o chamarras? ¿En qué momento el ser humano dejó de convivir con la naturaleza para convertirse en su verdugo? La destrucción, como consecuencia del deseo de poseer, nos está legando un planeta a punto de extinguirse.  

Que nuestros lectores reflexionen sobre las cuestiones anteriores puede ser el principio de una conciencia colectiva que favorezca la convivencia con el medio ambiente. Consideremos, como ejemplo de armonía entre el ser humano y la naturaleza, a las culturas indígenas. Ellos desarrollaron sus principios de vida en el respeto a la naturaleza. No en vano tenían árboles sagrados y divinos, así como animales divinizados. Ahora, si quien lee Cuando nos hayamos comido el planeta, es un profesor, con mayor razón debe provocar un sin fin de interpretaciones, además de relacionar la historia con los contenidos académicos, dependiendo del nivel educativo. Para preescolar podría relacionarlo con Exploración y conocimiento del mundo natural. En primaria con Ciencias naturales. En Secundaria con geografía y ciencias. Un tema de estudio puede ser el conocimiento de los océanos. ¿Cuántos existen en el planeta? ¿Dónde se ubican? ¿Qué continentes separan? ¿Qué tipo de ballenas, tiburones, peces, además de otros seres vivos, viven en ellos? La pregunta anterior invita a estudiar los diferentes ecosistemas y ubicación geográfica. También es pretexto para revisar diferencias de horarios entre continentes; además de una visita a los polos, al ecuador, los trópicos, entre otras espacios. ¿Qué importancia tienen los polos para vida humana en la tierra? ¿Qué pasaría si los polos, como consecuencia del calentamiento global, se derritieran?, ¿modificarían la vida en todas sus expresiones?

Sin embargo, la misma importancia que goza la información académica, la tiene el esfuerzo de construir conciencia para que el ser humano se asuma como habitante de la tierra, puesto que convive con otros seres y ecosistemas. De allí la urgencia de aprender a escuchar a la tierra. ¿Cómo sabemos que el planeta pide clemencia? Tomemos como ejemplo el calentamiento global, la escases de lluvia, el deterioro del suelo que ya no produce igual que hace cincuenta años atrás. Si como educadores logramos que la lectura de Cuando nos hayamos comido el planeta tenga sentido para nuestros alumnos, es seguro que la lectura ya no se limite a la interpretación de un simple texto. Estaremos ofreciendo los libros como posibilidad para enfrentar y entender nuestras realidades.


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