Las nubes, Chiapas |
El niño, en la feria, pide al padre un juguete
nuevo. El obrero, demacrado y con el pantalón más ajustado que el
día anterior, solicita al patrón un aumento de sueldo. El patrón, un empresario
influyente, pide a Dios, de rodillas en la iglesia, bendiciones para su familia y más prosperidad económica.
Afuera del templo el chofer invoca al Todo Poderoso para que ablande el corazón
del empresario y le dé libre el domingo para llevar a sus hijos al parque y
comprar algodones de azúcar.
El campesino, sudoroso y quemado de
sol, da gracias a su creador por la vida, el frijol y el maíz. Más allá, en los
suburbios, donde no llega la mano poderosa de Dios, ascienden al cielo, como humareda:
desgracias, súplicas, cansancios, monotonías, olor a sexo, miserias, lágrimas, rencores
y lamentos.
En otro lado de la ciudad, cobijados por la
noche, fuera del cine, o en pleno parque, el novio, jadeante, las manos temblorosas
y con la voz suplicante intenta convencer a la novia para que le entregue “la
prueba del amor”, pero aquella, recatada, con el deseo carcomiéndole la
entrepierna, exige respeto.
Más allá, en un casa pequeña y
sucia, el esposo, antes de comer, exige una explicación por la tardanza de la
esposa en el mercado, y ella, malhumorada, le reprocha el olvido en que la
tiene desde hace meses.
Y así, oscilando entre la
esperanza y la desesperanza, van pasando los días en la ciudad del olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola. Aquí puedes dejar tus comentarios.